Me llamo Alexia Oñate, tengo 29 años. Trabajo como ilustradora en una empresa de videojuegos, soy la artista principal y directora de arte. Hago las animaciones, arte final y también el diseño de personajes.
La bitácora fue un ejercicio difícil. Tuve que anotar todo en otro cuaderno porque no tenía tiempo para hacerlo en mis tiempos libres. Mis ratos de ocio son súper cortos entonces para mí fue complicado. Escribía rápidamente en una libreta que andaba trayendo lo que hacía de forma resumida y después lo pasé en limpio, si no iba a ser un desastre.
La semana que realicé el registro hubo más tiempo de ocio, por lo mismo la elegí. En general, trabajo todo el día en la oficina, llego a las 7.00 a la casa y sigo trabajando. Sigo trabajando en otros proyectos que pueden ser míos o donde obtengo remuneración de algún modo, proyectos, comisiones, dibujos para otras personas.
En la bitácora aparece un poco más equilibrado: tuve momentos en los que conversé con gente, dibujé cosas que no eran de trabajo, pero en general no tengo mucho tiempo de ocio.
Observé algunas formas de organizar mi tiempo con la bitácora. Siempre elijo los tiempos muertos, que son cuando no puedes pensar mucho como la hora de almuerzo, para hacer cosas que tengo planeadas desde antes. Por ejemplo, si quiero hacer dibujos para mi cómic ocupo esos momentos. Cuando tengo momentos más largos, que suelen ser en la noche, planeo otras cosas. Esa es la forma en que trabajo. Mis tiempos de ocio con amistades, para conversar o cosas así son más en la noche, después de la 10.00 aproximadamente. Antes de eso, ordeno mis cosas del trabajo y de ahí me doy espacio, pero siempre desde las 10.00 de la noche en adelante es tiempo de ocio acompañado.
Un espacio importante en mi rutina es la oficina. Después de almuerzo, me quedo en mi puesto de trabajo haciendo dibujitos. En la casa tengo un mini lugar, un escritorio que está en el living y que me permite conversar con mi mamá mientras está sentada en el sofá viendo televisión. Ese es un momento de hacer trabajos y dibujar para mí, mientras converso. Ambos son los lugares donde más escribí que había tenido momentos de ocio: uno, antes del almuerzo o después del almuerzo en mi escritorio en la oficina; lo otro es en la casa, también en mi escritorio.
El registro en la bitácora permitió darme cuenta de que en realidad soy demasiado trabajólica y que lo bueno de los momentos de ocio que me doy es que justamente me ayudan a liberar tensiones. Al trabajar estoy pensando generalmente en lo que quiero hacer después, como "Oh, me gustaría dibujar en este momento tal cosa, pero no puedo porque estoy trabajando". Entonces necesito darme esos espacios pequeños para poder relajarme y trabajar bien, porque a veces incluso me hace mal no darme el tiempo de ocio. Cuando escribía las cosas que hacía por ocio y anotaba lo que me hicieron sentir siempre era relajación, liberar tensiones o quitarme la ansiedad. Soy muy ansiosa, siempre estoy haciendo cosas. No me había dado cuenta de eso.
Hay muchos cambios respecto hace 10 años porque estaba estudiando y cuando estudiaba era mucho más complejo. Los cambios son más que nada de horario pues cuando uno estudia los horarios son súper raros. Hay un patrón muy parecido en el sentido de que también trabajaba todo el día. Yo estudiaba diseño y en diseño estudias un rato en la universidad y sigues en la casa, así que en mi caso estaba constantemente trabajando, igual que ahora. Siempre he sido muy trabajólica, pero la diferencia es que yo podía decir “No, este día no voy a ir a la universidad, voy a dármelo para hacer cosas para eventos, algo para mí”. Ahora soy mucho más estructurada con el horario de trabajo de la oficina, ese es el gran cambio que tuve.
Las tecnologías no han cambiado mis ritmos de trabajo. Yo soy súper tradicional para las cosas que hago; antes trabajaba en computador y tenía las mismas cosas. O sea, ahora uno tiene tecnología genial de tablets y otras cosas de este tipo que ayudan, pero sigo teniendo la misma forma de trabajo independiente desde hace 10 años. Para esa época ya estaba viviendo en Santiago. Antes yo vivía en Chiloé y era súper diferente, ahí cambió todo el asunto, pero en general siento que sigo siendo la misma persona.
Las redes sociales son un problema que tengo porque trabajo más de lo que las ocupo. A veces hay gente que cree que ya no existo, pero es debido a que no tengo tiempo para revisarlas y en realidad demandan un tiempo largo. Por ejemplo, si terminé un dibujo, tengo que ver el tamaño en que lo voy a subir, ponerle la firma, ver dónde lo voy a subir, qué le voy a escribir, qué hashtag, qué me van a responder y que no sé qué. Yo no sé cómo lo hacen otras personas, pero yo no puedo. Digo "¡Ya esta semana sí que sí voy a actualizar!" y cuando reviso las redes sociales aparece "Subido hace un mes” en mi última publicación. Me pregunto "¡¿Cómo es esto?! Si yo trabajo todos los días" y es porque es muy difícil darme tiempo. Prefiero terminar mis trabajos antes que darme esos tiempos, que a veces tienen que ver con culpas. En ocasiones si tengo que hacer algo o me comprometí a un trabajo, pienso que al subir un dibujo que es mío la gente va a decir “Ah, pero no estás haciendo el trabajo que debías hacer". Ese es un tema que se relaciona con que yo soy muy responsable, entonces no me gusta que piensen o que digan "Ay, no está haciendo nada, dice que no tiene tiempo". Al final, por eso me causan mucha ansiedad y angustia las redes sociales.
Ya no uso Facebook, o sea, a veces me hablan, pero reviso el chat al mes siguiente. Respondo “Lo siento mucho, prefiero que me hablen directamente por celular”, por ejemplo, a través de WhatsApp. Ahora he estado usando harto Instagram porque es menos cercano, es decir, no necesitan preguntarte cosas personales, es más sobre los mismos dibujos, las fotos. También uso Twitter, pero intentando no publicar mucho de mi vida personal.
Hubo un tiempo en que usé plataformas digitales para compartir mi trabajo, de hecho, fue el periodo en que agarré mi nombre como dibujante. Compartía mi trabajo en DeviantArt, que era la página donde estaban todos los dibujantes. Ahí me la pasaba todo el tiempo porque justamente tenía. Después de la universidad, me quedaba dibujando cosas y las subía. Mucha gente me seguía, me compartía y me pedía comisiones. Subía dibujos 3 veces a la semana o, por lo menos, 2 veces al mes, pero ya no subo nada. Hubo un tiempo en que fui súper asidua a las redes sociales, Facebook y DeviantArt, aunque hace hartos años que no.
El trabajo es, primero, una fuente de dinero. Es lo más importante porque me mantengo sola. Debo trabajar sí o sí en oficina, lo necesito para poder mantenerme, pero por mí no lo haría. Por otra parte, me ayuda a aprender cosas nuevas. Esta empresa en la que estoy no tenía un artista que estuviera siempre, contrataban diferentes personas y cuando llegué me dijeron “Necesitamos tal cosa”, a lo que respondí “Yo lo hago” sin saber cómo hacerlo. Ahí aprendí haciéndolo entonces me ha ayudado un montón. Por ejemplo, hicimos un juego para Nickelodeon y necesitaban que animáramos a las Tortugas Ninjas, las nuevas. Yo dije “Ya, yo hago las animaciones, démosle” cuando estábamos trabajando justamente con los animadores de la serie de forma directa. Trabajo súper bien a presión, aprendo mucho. El trabajo ha ayudado a acercarme a todas esas cosas que uno dice “En algún momento voy a aprender” porque en la pega tienes que hacerlo, te están pagando para eso. Me ayuda mucho, mucho a obligarme a ser mejor pues pasa bastante que uno, cuando es su propio jefe, se deja estar. Además, ayuda que mi trabajo sea lo que me gusta. Podría ser otro tipo de trabajo, pero dibujo, animo, diseño, así que es súper importante para mí.
Siempre he dibujado, desde que nací, porque mi papá era dibujante, trabajaba de arquitecto y mi mamá también. Además de estar siempre creando, mi papá hacía lettering y dibujos para afiches a mano y mi mamá hacía muñecas de tela, siempre en contacto con el arte. Ellos me metieron al mundo del dibujo, me decían “Ya, toma lápiz y toma papel”. Yo los veía dibujando siempre, desde que nací, porque trabajaban en la casa, era normal para mí.
Entonces dibujé, dibujé, dibujé y en algún momento, cuando tenía 12 años, dije "Ah, voy a ser veterinaria" porque me gustaban los animales, y al final nada que ver. Me acuerdo de que me metí a un taller de cómic que era muy malo, pésimo, pero me permitió conocer a una niña que dibujaba muy bien y yo pensé "¡Wow! Uno puede llegar a dibujar muy bien". Ella me mostró a las CLAMP, que este estudio de dibujantes japonesas, y me dijo "Mira, ellas son mujeres y hacen cómics". En esa época era extraño, era sorprendente que hubiera mujeres que hicieran cómic yfueran reconocidas, no se conocía mucho. Entonces en ese momento me dije “Ya, sí, quiero hacer esto” porque veía que era posible.
Cuando iba a salir del colegio me preguntaron “¿Qué quieres estudiar?” y respondí que no sabía porque en ese tiempo no había ilustración, no existía y yo no tenía idea de nada porque vivía en Chiloé, donde no se sabía nada de nada. Me dijeron “Estudia arte”, pero no quise pues sabía que se alejaba del “arte” que yo quería hacer, así que entré a diseño gráfico. Ahí me metí, no aprendí nada y me salí al tercer año por asuntos personales. En esa época estaba dibujando y subiendo muchas cosas a DeviantArt, donde me hice muy conocida.
Hubo un momento en que una compañía japonesa, DeNA, que estuvo en Chile por hartos años me llamó para que fuera a diseñar personajes. ¡No lo podía creer! Al principio les dije que no -esto pasó en el 2013-, pero pasó un año, me volvieron a contactar, dije “Ya, debería hacerlo” y acepté. Empecé a trabajar al tiro con profesionales, con gente de Japón, de Estados Unidos. Hice todo el diseño de personajes, cientos y cientos de personajes. Hacía 10 personajes diarios para un juego y ahí me dije “Ya, esto es lo que me gusta”. Siempre había querido trabajar en una empresa de videojuegos, aunque no era mi meta; yo quería hacer cómics en esa época. Después, con el tiempo, empecé a ver que me gustaban otras cosas, y por suerte los trabajos llegaron a mi. Yo creo que fue gracias a las redes sociales. Más adelante, cuando busqué trabajo de nuevo, me llegó de inmediato uno de videojuegos gracias a esa experiencia.
Los límites del trabajo no se terminan. Ese es un problema que tengo: siempre prefiero trabajar antes que descansar porque sé que en algún momento voy a estar estresada porque no hice las cosas. Entonces, al final, mi límite es cuando ya no puedo más.
Yo creo que un trabajo bien hecho tiene que ver con, primero, hasta dónde crees tú que puedes llegar. A veces uno dice “Ya, voy a hacer esto”, pero lo ves y dices “No, es que yo sé que puedo hacerlo mejor”. Para mí el límite es cuando dices “Ya, sé que en este tiempo que me dieron para hacer este trabajo, esto es lo máximo que puedo dar”. Eso es un trabajo bien hecho. Uno puede pensar que algo siempre se puede perfeccionar y si te dan un año para perfeccionarlo, eso va a estar constantemente mejorando y al final va a quedar maravilloso. Pero el trabajo tiene que estar delimitado a la cantidad de tiempo que tengo para hacerlo y hasta dónde puedo llegar en ese tiempo. Hay una relación entre calidad y tiempo porque no puedes dar más si no tienes más tiempo, pero tampoco puedes dar menos. Por lo menos, para mí, lo importante es dar el 100% siempre. Me veo súper loca, pero soy muy estructurada, a veces demasiado.
Los indicadores externos de valoración de mi trabajo dependen del cliente. En mi trabajo, si bien yo tiendo ser en general la directora de arte principal en varios proyectos, existe el jefe que es el que también dice “¿Sabes qué? Me gustó”, “No me gustó” o “Creo que le va a gustar al cliente”. Cuando dice “Sí, me gusta”, pasa al cliente al que le estamos haciendo el trabajo. Él puede decir “No me gustó” o “No es lo que yo quería”, independiente de si está bien hecho el trabajo. Al final es súper subjetivo porque se trata de si a la empresa o al cliente le gusta, de lo que está pidiendo. El trabajo nunca depende de uno totalmente, a menos que el cliente te esté buscando a ti específicamente como ilustrador y quieren tu estilo. Ahí da lo mismo lo que hagas porque le va a gustar igual.
La experiencia va a ser súper diferente, dependiendo si trabajas como independiente, si eres una marca conocida o tu nombre es conocido. En esta empresa siempre tenemos clientes súper distintos: hay unos que te dicen “Me encanta lo que hiciste” y nada más, está bien, te lo van a pagar; mientras que hay otros que te piden cambios y cambios, y va a depender solamente de si le gustó a él o a toda la gente de la reunión donde estaban revisando el asunto. En resumen, los indicadores dependen de los agentes externos porque es lo que quieren y es lo que están pagando, aunque obviamente cuánto vas a cambiar de eso dependerá de cuánto te paguen. Aparte, el cliente puede no entender de qué estás hablando. Te dice “Quiero tal cosa”, piensa que es un dibujo 2D y al final resulta que el dibujo que te estaba pidiendo era 3D, pero no entendía nada. Tengo un amigo que trabaja en la parte de diseño de interfaces, es seco y hace sus cosas súper bien. Tuvo que trabajar con un cliente que no sabía nada y cuando entregó su trabajo esta persona le dijo “No, es que yo esperaba otra cosa”. Le pidieron cambiar todo y quedó súper feo, desde la perspectiva de nosotros que sabemos. Dijimos “Esto no está bien. No se entiende, está desordenado”, pero para ellos estaba bien. Es súper subjetivo, va a depender de la suerte incluso.
El éxito tiene que ver con cuan feliz estoy. Por ejemplo, en la empresa en que estaba antes ganaba mucha plata, pero no era feliz porque los jefes me trataban mal. Era otra forma de trabajo: me exigían cosas que no tenían nada que ver con el trabajo, sufrí abuso laboral por parte de la jefatura, me trataron súper mal, se metían en mi vida. Ganaba bien, pero, aparte de eso, tenía una vida súper mala, entonces no lo disfrutaba. Si daba una idea no la tomaban en cuenta, no me escuchaban y no me respetaban. Entonces no era agradable, aunque tenía gente maravillosa de compañeros y me trataban super bien, los jefes me trataban como mano de obra y eso me terminó matando. Para mí no fue éxito por más plata que tuviera.
En cambio, ahora gano mucho menos y el jefe me deja "hacer lo que quiera" porque confía en mi criterio, confía en que lo voy a hacer bien. De repente me dice "Pucha, cámbiate esto porque el cliente no sé qué", "No, yo no me lo imaginaba así", pero nunca de una manera agresiva y abusiva. Entonces para mí el éxito es eso, o sea, que se den cuenta y aprecien lo que haces. En la otra empresa me pasaba que nunca me agradecieron nada, siendo que me esforzaba mucho en mi trabajo. Nunca en la vida me dijeron “Buen trabajo”. Acá me dicen cada vez que trabajo "Oye, sí, qué bueno, gracias" “te pasaste” “que lindo”. Para mí eso es éxito, independiente de la plata que tenga o de que no tenga mucho tiempo para hacer otras cosas, es que reconozcan lo bien que lo estás haciendo. Eso es lo más importante.
No sé si el fracaso es lo contrario al éxito necesariamente, sino que se relaciona con no llenar las expectativas que tú mismo tienes. Por ejemplo, un jefe te puede pedir mucho más de lo que tú eres capaz, y ahí no es fracaso, es simplemente que el jefe o el cliente no saben hasta dónde tú puedes llegar. Te pueden decir "Ah, tú dibujas. Hazme una animación", pero si no eres animador, ellos pensarán que lo hiciste mal o que no sirves. Creo que el fracaso es cuando te crees capaz de algo y no lo logras o si lo logras, pero no te sientes satisfecho. También puede ser que estás haciendo algo que no te hace feliz. Para mí eso sería la contraparte: ser feliz o no ser feliz con lo que estás haciendo.
La relación entre el trabajo y el dinero siempre ha sido como “Está bien todo, pero tengo menos plata” o “Tengo mucha plata y no está bien todo”. Generalmente trabajo mucho, mucho, mucho para ganar unos cuantos pesos. No tengo dramas con eso, me hace feliz igual. No necesariamente mucho trabajo es mucha plata, a veces va a depender de la suerte que tenga o en qué empresa esté. Yo conversé con mis jefes de que, como no gano mucho, necesito trabajar afuera entonces me dejan irme una hora antes. Eso moldea de cierta manera que pueda decir “Ya, me voy a las 6.00, puedo llegar a la casa y hacer tal cosa”, pero siempre depende de los horarios que me den ellos porque ya no soy una persona libre.
En general, identifico momentos de ocio cuando termino una de mis tareas. Yo planifico mi tiempo con 3 días de anticipación por lo menos, hago una checklist y cuando la termino sé que de ahí en adelante es mi tiempo libre. También es ocio cuando dibujo para mí y no se trata de algo que me pidieron. Otras actividades son conversar con amigos o comer. Tengo un hobbie que es bailar K-pop. Soy la líder junto con mi pareja de un grupo y bailamos los sábados desde las 6.00 de la tarde hasta las 10.00 de la noche generalmente. Tenemos horarios bien marcados.
Otro momento de ocio es cuando estoy con mi pareja, pero generalmente estamos juntas mientras estoy trabajando porque vivo con ella. La semana en que escribí la bitácora vimos una serie durante dos días porque estaba más tranquila. Eso sería un tiempo de ocio porque no estaba trabajando y es algo para mí.
El rol que tienen otras personas en mi tiempo libre depende de la actividad. Cuando el momento de ocio es dibujar, no importa con quién esté, en cambio, si es un momento para estar tranquila y compartir, obviamente son importantes las personas con que comparto, sobre todo mi pareja y mi mamá, que también vive con nosotras. El momento en que puedo estar con ellas y conversar de cualquier cosa para mí es relajante. Yo no tengo mucha vida social, no converso con mucha gente entonces llego a la casa a conversar de qué pasó en el día o cosas así. Si no estuvieran ellas no sería lo mismo.
Estar trabajando sin parar me ha causado problemas con amigos. Hay muchos que se han enojado conmigo por mi falta de tiempo. Al principio me dolía porque me decían: "Tú siempre dices nos vamos a ver algún día y al final nunca nos reunimos". No es que cancelara a último minuto, sino que nunca acordábamos una fecha. Tampoco tengo mucho tiempo, así que prefiero ocuparlo en terminar cosas que son para mí en lugar de dar tiempo a mis amigos, por consecuencia de cosas de mi infancia. Cuando estaba en el colegio, era todo lo contrario. Hacía mis cosas, pero mi tiempo lo ocupaba en mis amigos. Al final hacía todo por ellos entonces nunca me di tiempo para mí. Fui infeliz porque me tocaron malos amigos, no me valoraron, por eso hoy soy más pesada también. Los amigos que tengo ahora me valoran por quien realmente soy y no me juzgan, entienden mi manera de ser y me quieren a pesar de todo.
Antes asociaba tener tiempo de ocio a la mediocridad, pensaba como “Oh, la gente que es floja” porque para mí era así, no puedo vivir sin estar haciendo cosas. ¡Qué terrible! Me caigo mal cuando recuerdo esto, pero con el tiempo cambió. Un día mi papá me dijo “Tú eres demasiado trabajólica, parte de tu deber es descansar", y en ese momento, cuando me dijo eso, me di cuenta que había estado muy cerrada, de que el ocio era súper importante, que era un equilibrio. Lo veo ahora que hice la bitácora también porque me di cuenta de que esos momentos de ocio de ayudaron a relajarme. Estos días en que no los he tenido, no he estado relajada. He estado tirando todo lejos y estoy muy cansada. El significado del ocio cambió con los años, ahora me percato de que es súper importante.
Creo que, sobre todo para la gente creativa, cuando te obligan, o tienes un compromiso, o una responsabilidad, o un trabajo, en general, los momentos en que te dicen “Tienes que hacer tal cosa” la creatividad se esfuma porque obligar no ayuda, es así de simple. Los momentos de ocio te ayudan. Por ejemplo, yo roleo con mis amigos. Escribimos, roleamos cosas y a mí eso me ayuda mucho a pensar en historias, a crear personajes. Eso me saca un poco de encima el tema de estar trabajando siempre. Cuando estuve trabajando en la otra empresa -donde ganaba mucha plata, pero era terrible-, yo no dibujé nada para mí por 2 años aproximadamente. Me hizo pésimo, perdí las ganas de dibujar para mí. Aparte, estaba enferma entonces no me ayudó. De hecho, estaba estancada y súper bloqueada artísticamente. Así que el ocio significa un momento para poder refrescarme y que la creatividad siga fluyendo. Ahora le estoy dando el tiempo. Digo “¿Sabes qué? No importa, aunque sean las 12 de la noche, la 1 de la mañana, voy a dibujar un poquito para mí”. Me ha ayudado mucho a volver a imaginar, a volver a crear cosas.
En la sociedad actual siento que la mayoría de la gente es muy ociosa, porque yo soy el otro extremo. Creo que deberían hacer más cosas, tener más hobbies dentro de su ocio en vez de estar en el celular todo el día, por ejemplo. En el caso de las personas que trabajamos en el mundo creativo necesitamos nuestros tiempos de ocio porque siempre estamos haciendo cosas, pero no sé si el resto de la gente dosifica ambas cosas. Quizás deberíamos quitarle un poco de ocio a algunas personas, el equilibrio entre ocio y trabajo es importante. Por ejemplo, yo nunca me he aburrido en mi vida, para mí no existe y no entiendo que haya gente que se aburra porque hay tantas cosas que se pueden hacer. El ocio está bien porque te ayuda a crear cosas, funciona como un recreo de tu vida agitada si es que tienes que trabajar siempre. Yo uso el ocio para poder seguir creando cosas y creo que eso pasa en el campo en que trabajo. El ocio es para poder relajarse y no bloquearse, que es lo que pasa si estás solamente haciendo lo que debes y no lo que quieres.
En el 2015 tuve un infarto cerebral. Antes de esto, justo fue cuando tenía esta pega muy terrible. No podía trabajar bien ni tener tiempo de ocio. Como estaba enferma, usaba todo el tiempo que podía tener de ocio para trabajar porque no alcanzaba a hacer nada. No fue nada bueno, no tuve nada de tiempo para mí. Después de ese infarto cerebral y que dejé ese trabajo, seguí mal. Alguien podría decirme “Tuviste mucho tiempo de ocio en ese momento”, pero al final ya ni siquiera me acuerdo. Si tienes puro tiempo de ocio no creas nada, si tienes puro trabajo no creas nada tampoco, entonces en ninguno de esos dos momentos logré algo. Para mí realmente necesitan convivir esas dos cosas, ocio y trabajo, pero en enfermedad no pude hacerlo.
Otra experiencia de enfermedad, que ocurrió en agosto, fue una bursitis en el brazo. No pude trabajar por un mes y me quería matar porque una cosa es no poder trabajar y otra es no poder hacer nada más. De hecho, yo no sabía qué hacer porque no podía ni siquiera leer por no poder sostener un libro. Podía ver televisión, ver series, pero era fome. Me aburría, me estresaba por estar mucho tiempo sin hacer nada. No podía jugar, no podía dibujar, no podía hacer nada. Las enfermedades no fueron buenas, o sea, creo que ni el trabajo ni el ocio se pueden hacer bien.
Yo no tengo muchas vacaciones, me doy como 5 días al año y eso, por lo menos ocurrió, este año. Fui a Chiloé de vacaciones y fue una experiencia ociosa, no hice nada más que mirar pajaritos. Pero, en general, ese es el único rato que ocupé totalmente para “descansar” porque para mí todos los feriados, todos los días libres que me dan no son libres. Cuando me dicen “¡Mira este fin de semana, descansa!” yo respondo “Ah, voy a aprovechar de avanzar todo lo que no avancé en no sé qué”. Nunca me doy descansos, yo misma me impongo el trabajo, lo que sé que tampoco es nada sano.
No pienso en la maternidad. Siento que soy muy irresponsable conmigo misma. Si no soy capaz de controlarme en el trabajo, de decir “Ya, ahora sí que debería dejar de hacer esto”, creo que no podría tener hijos. Independiente de que dijera “Oh, qué lindo sería”, no tendría tiempo. ¡Ni perro tengo! Tengo un gato y se cuida solo.
Nunca he pensado en el retiro. De hecho, siempre imagino que voy a seguir haciendo esto hasta que me muera, voy a estar dibujando hasta el último momento. No imagino el retiro, no podría. Nunca he ido al psicólogo ni nada, pero siento que tengo ansiedad, déficit atencional, hiperactividad, todo junto porque me siento mal cuando no hago cosas, no puedo dejar de hacer cosas. Cuando llamo a mi papá le digo “Papá, estoy muy estresada”, a lo que me responde “¡Pero para de hacer cosas!”. Por mi parte, le contesto “¡Es que no puedo!”. Me cuesta pensar que en algún momento se va a acabar lo que estoy haciendo. No puede ser así porque me hace muy feliz hacer cosas, más que descansar. A veces digo “Voy a jugar un jueguito de celular” y si estoy media hora, para mí ya es demasiado, es suficiente. Siempre pienso “¿De qué me sirve este jueguito?” y si, por ejemplo, me gusta la gráfica se lo muestro a mi jefe. Nada de lo que hago es sin sentido, todo debe tener un sentido en mi vida. ¡Qué terrible! Soy muy cuadrada y pienso que ojalá todo pueda ayudar a hacer un producto nuevo. Quizás estoy muy loca y soy muy trabajólica, pero también soy muy feliz.