Soy Eduardo Luna, tengo 36 años y me dedico a la creación teatral y gestión cultural. Dirijo y escribo para la Compañía Lafamiliateatro. También soy actor, aunque ya incursiono poco en el ámbito. De todas formas, intento mantenerlo presente. En el campo de la gestión cultural, trabajo en la fundación Santiago OFF que posee distintas líneas tales como el fomento a las artes escénicas, el fomento a la dramaturgia y la vinculación con audiencias a partir de la gestión territorial. También me desenvuelvo en el ámbito de la gestión desde mi rol de Director Artístico en la Asociación Cultural Lafamiliateatro.
Pese a que la fundación tiene menos de un año de existencia, las labores están sistematizadas hace 2 años. A partir de esta fecha comenzamos a trabajar en una oficina con un horario fijo debido a la
cantidad de compromisos que la organización fue adquiriendo. Después de desempeñarnos 15 años en el teatro, tuvimos que adecuarnos a esta estructura, no quedaba otra para mantener el proyecto. Además, actualmente poseemos compromisos con el Ministerio de la Cultura, ya que nos eligieron para ser la contraparte de varios convenios internacionales. Necesitábamos una estructura para trabajar más allá de metas propuestas y contar con un diálogo más fluido. La instantaneidad de la comunicación que requeríamos para la organización ya no resultaba reuniéndonos en casas o a través de Whatsapp.
Esta organización está conformada sólo por artistas; hay diseñadores teatrales, actores, directores y otros. Ninguno se formó en administración, en ingeniería comercial o en carreras afines, lo que genera que nuestro trabajo sea parcialmente intuitivo y cada uno contribuya con sus oficios originales. Quizás nuestra formación de artistas influye que tengamos problemas para crear y mantener una estructura, pero hemos intentado arreglárnoslas.
El arriendo de la oficina ha generado distintas condicionantes en el trabajo. Cuando comenzamos era genial, pero con el paso del tiempo nos costó cumplir horarios porque también teníamos otros compromisos creativos. La idea de que a las 10 de la mañana estábamos todos y a las 6 de la tarde termina la pega era una mentira porque siempre te llevabas trabajo para la casa y seguías hasta la 1 de la madrugada. Este funcionamiento no se condecía con la manera en que funcionábamos realmente, entonces decidimos optar por una estructura más libre en la actualidad: hay sólo una reunión general a la semana donde se delinean las tareas y se designan metas personales. Así, curiosamente la gente viene más a la oficina y están más relajados. Si bien no llegan a las 10 de la mañana, sino más tarde, todos llegan a trabajar.
Hemos estado en un periodo seco en términos creativos. Me tomó 2 años crear “Painecur”, nuestra última obra, porque no podía pensar nada, estaba desesperanzado. Luego, cuando surgió esta idea, nos demoramos otros 2 años en finalizarla. Espero que esta nueva estructura de la fundación, que entrega un grado distinto de libertad, proporcione la idea de que efectivamente cada uno puede organizar sus tiempos respectivos. Tener el espacio y la estructura de trabajo, quizás genera más libertades creativas. Me parece que necesitamos el ocio para pensar de forma creativa, pero es difícil compatibilizarlo cuando tienes pocos espacios.
Mi principal lugar de trabajo es la oficina y el segundo es mi casa, aunque durante este periodo he pasado poco tiempo allí debido a que nos encontramos proyectando las primeras acciones del año y rindiendo dinero. Ahora estamos iniciando el proyecto de trabajo en territorio y preparando la logística con varias comunas, etapas que son relajadas en comparación a cuando estamos en pleno festival donde no hay vida por lo menos 4 meses. El festival es un trabajo intenso que te deja dañado por lo menos un par de meses, es heavy. Por lo mismo, acordamos tomar vacaciones en febrero para recuperarnos una vez que finaliza el festival. Además, nadie quiere verse no sólo por el trabajo, sino porque también las relaciones se desgastan después de compartir una labor tan intensa.
Nuestra gestión es súper precaria porque no trabajamos frecuentemente con empresas privadas. La mayor parte del financiamiento que recibimos proviene de 2 universidades, fundación Providencia y aportes estatales. Varios de los gastos no tenemos cómo rendirlos, tales como el arriendo de la oficina o la contabilidad, ya que no existen estos ítems en los fondos. A modo de ejemplo, la contadora recibe alrededor de 2 millones anuales y no tenemos de dónde sacarlos porque ningún fondo incluye este gasto. Siempre estamos moviéndonos con un déficit de recursos, en el estrés de la bicicleta y cualquier recurso que entra queda para la organización. Por este motivo, no contratamos más gente ni solicitamos reemplazo en el caso de que nos ausentemos. Además, la recaudación de dinero por ticket o por entrada al festival es baja, no alcanza; cobramos 3 mil pesos y sólo un 20% queda para la fundación. Este ingreso es utilizado para imprevistos, entre ellos cuando se nos cayó la página web por un virus a 2 días de partir el festival y tuvimos que pagar para que ésta reviviera. En los festivales suelen ocurrir este tipo de gastos.
Nuestro trabajo en la organización está regido por la Ley Laboral, es decir, poseemos AFP y FONASA. Desde este año los Fondos de Cultura están exigiendo la contratación de las personas, así que dejamos de boletear. Yo empecé a cotizar en el 2006 por mi trabajo en el Instituto Profesional Los Leones. Estimo que mi jubilación será de 150 mil pesos.
Mi rutina era distinta hace 10 años atrás. Entré a los 25 años a hacer clases en la Escuela de Teatro del Instituto Profesional Los Leones y era mi segundo año en esta labor. Por otra parte, la compañía estaba súper taquilla, incluso nos llamaron los niños genios de teatro a Mil. En términos laborales, mi único trabajo estable eran las clases, que tampoco me proveían mucho económicamente porque tenía un solo curso. En ese momento, había egresado hace poco y yo necesitaba producir más dinero porque tenía una hija de 6 años. Tuve la suerte de que mis padres que vivían en el sur colaboraran conmigo pagando un porcentaje del departamento en que vivía. Gracias a este apoyo, contaba con ratos de ocio, pese a que me producía una sensación un poco tortuosa porque tenías ganas de hacer 1000 cosas cuando en realidad no existía esta posibilidad. En el mundo del teatro era difícil hallar un trabajo remunerado estable y hasta el día de hoy sucede, por lo que varios optan por otras alternativas como garzonear para complementar sus ingresos. Nosotros encontramos una estructura de trabajo porque ganamos un fondo que permitió pagarnos sueldos por 3 años. Es una fantasía que quizás acabe mañana.
Las transformaciones de mi rutina responden parcialmente a un cambio en la idea de asociatividad y colaboración en el mundo del teatro, que es mucho más potente en la actualidad. Cuando egresé en el 2005 había una disgregación muy fuerte del medio teatral hasta el punto de que un director de otra compañía te despreciaba o no te saludaba, pese a que te conocía. Había pugnas entre las compañías de teatro porque los espacios y los recursos eran escasos -incluso peor que ahora-. También el teatro ha sido elitista, es decir, si te dedicas a esta profesión artística necesitas una familia que te soporte. Es complejo que una persona de clase media logre desenvolverse en este medio y conserve tiempo de ocio para crear y al mismo tiempo una tranquilidad económica para crear una buena obra. Desde hace 5 o 6 años, el trabajo en red, la asociatividad y la colaboración se ha potenciado, lo que ha permitido otras exigencias frente al Ministerio de las Culturas y que salas de teatro que se sumaron a la red generen beneficios para las compañías, por ejemplo, entregando recursos. El trabajo en torno a la precarización de las artes escénicas también ha colaborado en este proceso. Me parece incoherente que las distintas ramas de las artes escénicas, oficios que tienen una formación colectiva, no se juntaran a dialogar y pensarse como una red o una entidad más fuerte frente a las demandas y necesidades que tiene el sector.
La tecnologización ha tenido sus pros y sus contras para la asociatividad de los trabajadores culturales. Hay una mirada moral alta para el mundo, es decir, parece que todas las personas son buenas en las redes sociales, hecho que me parece heavy. Sin embargo, se han facilitado las aproximaciones a las realidades del resto de las regiones y éstas han podido observar el panorama de Santiago. Las regiones rompen esta idea dictada por el sentido común de que la ciudad capital absorbe los recursos y los públicos, abandonando los recelos usuales. También en esta región existen demandas y necesidades importantes, ya que sólo 3 comunas centralizan la oferta cultural: Ñuñoa, Providencia y Santiago. La tecnologización permite entendernos y comunicarnos fácilmente, por ejemplo, a través de encuentros que no existían 7 años atrás. Hoy las personas desean generar instancias de encuentros y festivales para conectar las demás regiones del país e incluso el resto de Sudamérica. Ha sido positivo porque el diálogo, es más fluido.
En términos personales, considero que la tecnología desencadenó la inmediatez; te envían un correo y tienes que responder altiro. También Whatsapp implica varias cosas. Cuesta imaginar cómo las personas hacían la gestión sin esta metodología de trabajo en otros tiempos. Supongo que la gestión requería más tiempo en comparación a la inmediatez actual que permite que trabajes rápido. No obstante, los aspectos negativos se deben a que las labores invaden el espacio doméstico y éste se transa. Los mensajes puedes contestarlos hasta las 12 de la noche y más tarde si lo deseas. Tiempo atrás puse límites porque sentía la necesidad de pulsar tan fuerte esta organización que no distinguía entre el trabajo, la casa y el pololeo. Tuvimos una época negra con mi pareja pues estaba más enfocado en el trabajo que en vivir mi relación hasta que me pegaron una patada bien fuerte y me percaté que necesitaba generar cambios. Si quieres a tu pareja, deseas estar con ella y resulta que le está molestando la situación, debes hacer modificaciones. Tampoco se trata de un cambio radical, por ejemplo, no tengo 2 teléfonos y apago el del trabajo cuando llego a mi casa. Más bien entendí que los espacios de pareja o creativos hay que resguardarlos y proveerles el tiempo necesario. Hemos retirado la sobre exigencia de la organización, la gran mayoría ha puesto frenos y decide permitir que el acelerador funcione cada cierto tiempo. Pusimos dinero en la organización por 4 años de las clases que realizábamos en escuelas, así que sentíamos una necesidad muy fuerte de que funcionara. Creo que este este año recién estamos más maduros, haciendo familia, conociendo límites y más tranquilos.
Cuando estaba en tercero medio me dio una parálisis facial que me entristeció mucho. No podía mover la cara, la pasta de dientes se caía de mi boca. A veces puedes padecer secuelas y quedas como Sylvester Stallone, pero no fue el caso. Ese verano, a raíz de mi depresión, mi mamá nos envió a la casa de una tía que vivía en Viña del Mar. Recuerdo que asistimos a una carpa de teatro donde Arnaldo Berrios actuaba un monólogo que se llama “La Cicatriz” de Jorge Díaz. Fue la primera obra que vi, a los 15 años, y me bastó para decir: “Quiero hacer eso para siempre”. En ese momento estudiaba en un colegio súper facho de Melipilla en el que la Directora tuvo a Pinochet como fondo de su oficina hasta por lo menos el año 1999 (cuando egresé), así que nunca hubo teatro.
Nunca le gustó a mi mamá que estudiara teatro, mientras que mi papá siempre me apoyó y tuvo harta intuición. Decía: “Si el Lalo quiere, está bien”. Yo no quedé en la Universidad de Chile la primera vez que rendí la prueba y dado que no sabía de escuelas pensé entrar a cualquiera. Cuando di la prueba especial para ingresar había 600 cabros más que querían estudiar teatro, así que otras escuelas aprovechaban esta oportunidad para entregar folletos, entre éstas la de Patricio Achurra. Fuimos a conocerla y yo inmediatamente pensé: “Me quiero quedar aquí”. Cualquier sala negra era increíble para mí en ese momento, por lo que no me importaba mucho el resto. Sin embargo, mi papá sin conocimientos de nada investigó y me dijo: “Ingresa a la escuela de Fernando González porque al parecer es bacán, haz un taller y postula de nuevo a la Universidad de Chile”. Finalmente sucedió que los profesores que tuve en la escuela de Fernando eran los evaluadores, entonces ya me conocían. Gracias a la intuición de mi viejo lo logré.
En la vida de los actores, el oficio pulsa fuerte; el trabajo creativo es todo para mí. La gestión es preciosa y nos ha brindado un lugar político, de influencia en el medio, pero a nivel personal no supera la creación. El problema es que no permite tener un sueldo mensual estable, que sería el escenario ideal en mi caso. Hay quienes sienten más pasión por la gestión que la creación, cuestión que está bien porque se mantiene un equilibrio. De esta forma, algunos aportamos más desde un lado político-creativo y otros desde la administración, organización o formulación de proyectos. Aunque, como mencioné, mi panorama ideal es la investigación y la creación porque además me gustan los procesos largos. No tengo la pulsión de escribir una historia de la nada pues considero que es un canal para discutir y visibilizar las problemáticas de otros que no tienen este espacio. En pocas palabras, la creación implica investigación. Ahora estoy estudiando la historia legal del caso Caimanes y del tranque El Mauro desde el año 2001, sobre todo para no repetir el rollo judicial. Hubo una huelga de hambre de comuneros de Caimanes que duró 81 días y nadie le prestó atención. He estado centrado en este evento, revisando videos o documentos de la mediación que hizo el obispo de Ovalle entre la minera y los comuneros. El siguiente paso es visitar el lugar para entrevistar a las personas involucradas, que también lo hicimos para “Painecur”. Es un proceso de investigación similar a una tesis: registro todo, ordeno la información y hago fichas como si se trataran insumos de publicación. La investigación acaba cuando sé de qué se tratará la obra, pese a que cuesta determinar este punto. Identificar desde qué anécdota o perspectiva se contará la obra es difícil. Por el momento, pienso que será una huelga de hambre actual, una especie de segunda manifestación de la comunidad. Todavía no determino si relatará el primero o el último día de esta huelga, sólo que será una ficción que permitirá visibilizar lo sucedido en Caimanes y la disgregación de la comunidad. Hay mucha gente que recibió dinero de la minera y otros que no, por lo que la pugna actual excede el problema del agua y también es social. Una cuestión ecológica se tornó sociológica y me interesa averiguar cómo convergen.
Los procesos creativos son bellos porque inicias en un lado y terminas en otro o, al menos yo, le doy muchas vueltas a un asunto. Hubo un periodo de varios meses en el que todos los días veía un documental en la noche para desarrollar un tema vinculado al universo, la observación de las estrellas y los pueblos originarios -aunque despegándome de lo mapuche-. Comencé a investigar sobre pueblos indígenas en el norte y ahí conocí más sobre Caimanes porque había petroglifos en la zona y un bosque de canelos ancestrales que hicieron mierda. Además, trasladaron 500 petroglifos a un nuevo espacio, donde finalmente llegaron 200. Antes sólo sabía la existencia del fallo del 2015 que estableció la destrucción del tranque porque fue muy bullado, no obstante, ahora manejo la historia detallada desde el 2001. He trabajado en esta investigación desde febrero del presente año. Usualmente me doy un plazo de 2 años para sacar una obra nueva, pero intento ajustarlo a mis tiempos de trabajo. No todos los días puedo trabajar en Caimanes, sino que es una vez a la semana o en periodos que me absorbe más esta tarea.
El reconocimiento de validadores externos no me parece lo más relevante para la Compañía. Somos relativamente jóvenes, pero viejos a la vez; hemos pasado por momentos exitosos y también por fracasos. Siempre hemos pensado que hacemos teatro para que algo se mueva y si no ocurre, no quedamos conformes como compañía. Nos ha pasado con varias obras que sentimos que nada se movió, pese a que la crítica nos tratase bien. En el caso de “Painecur”, esta obra genera una discusión y moviliza una reflexión súper importante por la relación que establece con ciertas entidades de pueblos originarios, por ejemplo, gente que está ligada a la defensa del machi Celestino Córdova o de la machi Francisca Linconao se nos acercan después de las funciones. Ofrecimos una función especial hace unos días y nos llamaron altiro porque sabían quiénes éramos. La obra está movilizando un discurso para que tenga una repercusión real, sea un aporte y genere algo.
Los procesos para determinar que una obra está lista y que funciona son muy distintos. El resultado de una obra puede alejarse bastante de la investigación que implicó el trabajo, pero no es un problema porque la obra exige cosas particulares y vas aprendiendo a transitar entre distintos estilos. No nos definimos como teatro político realista porque hemos hecho cosas bien locas también; la obra te exige, te plantea desafíos y en el transcurso te percatas si estás listo. Por otra parte, puedes estar conforme con el proyecto, pero la opinión del equipo siempre es una buena prueba. Si estamos confiados y lo proyectamos en el producto teatral, piensas que estás bien. Sin embargo, el día del estreno siempre estás nervioso, no sabes qué pasará, te invade la incertidumbre. Tenemos la intuición de que estamos bien, pero no tienes certeza. El arte es así. Evidentemente hay un nivel estándar para tu trabajo y vas desarrollando herramientas que se vinculan a la profesionalización de tu oficio tales como la calidad de la actuación, la iluminación, entre otras cosas. No obstante, desconoces si tu trabajo movilizará a alguien.
Nosotros, la Compañía, queremos seguir trabajando con la memoria histórica chilena independiente de que la forma cambie. Soy súper brechtiano, aprendí mucho del trabajo de este maestro no conocido. Él distanciaba las obras en términos de época y de lugar para hablar de la actualidad alemana. Por ejemplo, hacía una obra situada en China en el año 3 para mirar con objetividad la situación contemporánea de su país. Me parece que la visión de Brecht debe actualizarse hoy porque el mundo se está leyendo desde las redes sociales. Esta lectura es literal e impide que la ironía funcione: si publicas un comentario de este tipo en Facebook te cuestionan inmediatamente. Ya no se soporta tanta metáfora, así que hay que ser mucho más directo para comunicar ciertas cosas. Hace 10 años decidimos tomar casos de la memoria histórica chilena y actualizarlos para reflexionar sobre cómo estamos. El aporte de la compañía es observar la actualidad desde nuestro propio contexto o más bien, así nos gustaría que se reconociera el trabajo que hicimos con el paso del tiempo. Quizás los próximos 2 años pensaremos otra cosa, pero no lo sabemos. Sólo tenemos la certeza de que nos llena mucho hacer esto.
El tiempo libre es para la familia principalmente, lo que implica distintas actividades. Tengo una hija de 15 años que me obliga (en el buen sentido) a hacer cosas en el tiempo libre. No es tan adolescente, en el sentido de que no es excesivamente floja -sólo le cuesta levantarse- y le gusta tener panoramas. Ella me obliga a tener tiempo libre de calidad, es decir, para hacer cosas o acompañarla a otras como ir al cine o ir al teatro. Vamos a ver obras frecuentemente porque ella quiere ser actriz. Ahora tendrá su debut como DJ en una fiesta, entonces hemos trabajado juntos porque yo conocía varios programas de música. Está pegadísima con el tema. Hace un año prendió un carrete con la música de su celular y volvieron a llamarla para que se encargara de la música.
Cuando vas al cine o al teatro, parece que estás trabajando. Disfrutas el teatro, pero ya no lo aprecias con inocencia, sino que observas desde un ojo crítico. Estás deformado. Sin embargo, considero que existen tipos de miradas críticas, entre ellas algunas que son súper destructivas y otras que buscan identificar los intereses de los pares o los creadores. Una parte de la realización de los festivales nos exige hacer esta tarea. Como encargado de comunicaciones, debo participar en la generación del tema del festival a partir de lo que está pasando en el medio teatral chileno.
El gimnasio es el momento en que no estoy en sintonía con el teatro. Nuestra profesión está ligada a la actividad física, en la escuela haces mucho ejercicio y debido a que estas habituado ningún actor se mete a un gimnasio. Entré 2 años atrás porque estaba gordo debido a una mala alimentación. Después de las clases comía tarde y en la oficina nos alimentábamos de cualquier cosa. Decidí cambiar mi dieta, me inscribí en el gimnasio y descubrí la maravilla de quedar en blanco cuando te pones los audífonos mientras ejercitas. Es un espacio de descanso, realmente no hay ideas creativas. Por ejemplo, en el periodo que escribía “Painecur” llegaba un punto en que me bloqueaba, no sabía cómo continuar la obra y podía pasar una semana en ese estado. El gimnasio generaba una baja de ansiedad que la cabeza necesitaba, te relaja.
Intento organizar mi tiempo de la mejor forma posible. Fue un aprendizaje volverme consciente de que cuento con una cantidad de tiempo limitado y no sobre-exigirme por ello. La ausencia de tiempo sólo aparece en los periodos de creación, aunque no diría que se trata propiamente de esa sensación. Hay días que escribía una plana a las 6 de la mañana porque estuve estancado toda la noche y tenía que estar trabajando a las 10 en la oficina. Considero que la diferencia está en que se asume ese costo y se reconoce como parte del placer creativo. La creación implica una autoexigencia, no es una imposición que proviene desde afuera. Hacer teatro te lo exiges tú no más, ningún otro, porque tú o tu equipo creen que es importante. Vamos estructurando plazos de trabajo y tratamos de ser inflexibles, pero nos proponemos metas humanas. No escribí una obra en un mes ni el resto mencionó que debía que estar lista en ese periodo, hubo tiempo. Además, mientras escribía, montábamos. El final nos tomó más tiempo que otras partes porque queríamos que la idea quedase bien; su discusión fue un proceso colectivo. Nuestra dinámica de trabajo también se explica porque es una compañía que lleva harto tiempo y nos entendemos. A diferencia de cuando eres más joven y te demoras 1 o 2 años ensayando una obra, intentamos que las jornadas de trabajo sean de calidad. Ahora ensayamos únicamente los sábados porque un actor de la compañía es encargado de cultura en la penitenciaría de Rancagua y trabaja de lunes a viernes, entonces está viviendo allá. Los ensayos tienen más calidad en el sentido de que se optimiza todo y no por eso resulta menos placentero, no andamos apurados haciendo las cosas. Desarrollas esta madurez, organizas mejor tus tiempos, el equipo también y finalmente todos se entienden más.
El mundo del teatro es exigente. Yo estoy en una situación protegida en la que el sueldo prácticamente me lo provee OFF y poseo la tranquilidad de que hay un tiempo de trabajo y proyectos específicos. En cambio, mis compañeros de Lafamiliateatro no cuentan con las mismas condiciones.
El ocio es el espacio más creativo desde mi perspectiva, mientras que para la sociedad todavía significa flojera. “A quien madruga, Dios lo ayuda” me parece una estupidez. Si bien hay empresas que intentan implementar cambios en este ámbito, promoviendo el trabajo en la casa o entregándote un bono de vacaciones para que la pases bien, son casos aislados todavía. Mis viejos no entienden que mi horario de trabajo es relativo, les cuesta comprender que puedo entrar a las 12 a la oficina, otras veces después de almuerzo y también a las 9 de la mañana. Ellos trabajaron toda la vida cumpliendo un horario y no tuvieron particularmente esto que llamamos “ocio”. Ahora les enseño que deben tomar vacaciones, pero es difícil. El último fin de semana largo fuimos a unas termas, cosa que mis viejos nunca harían porque no tienen esa estructura al igual que mucha gente. El ocio es flojera, es procrastinación cuando, en realidad, es un espacio creativo que permite que pienses más cosas. La suerte del mundo del arte es que puedes canalizar estas reflexiones. Me imagino que en otros trabajos es complejo que el ocio te ayude a completar una planilla de Excel, pero siempre ha sido importante para los artistas.
Cuando vivíamos de la docencia teníamos que hacer clases de teatro en 10 lugares porque pagan muy poco. Incluso en la Universidad de Chile, la escuela con mayor tradición, el sueldo es bajo. Necesitas hacer clases en muchas partes para sobrevivir y, por lo mismo, el tiempo te pilla. Una vez me atropellaron por correr de una escuela a otra. También tuve otra situación más compleja, me dio un paro cardiaco en el 2012. Mi cuerpo ha generado reacciones autoinmunes que me produjeron parálisis a los 15 años, como ya mencioné, a los 23 años y la última vez se manifestó en un paro cardiaco. Mi aprendizaje ha sido percatarme que el trabajo no es la vida. Si bien el oficio del teatro siempre se vincula a todo porque está vinculado a tu contexto y debes estar lúcido acerca de cómo vivimos para hablar de la vida, separas los espacios que dedicas a otras cosas.
Usualmente intentamos tomarnos los fines de semana y los feriados. Hay un fin de semana largo pronto e iré a ver a mis papás porque viven muy lejos y sé que no los veré en 3 meses más. Sin embargo, los fines de semana acostumbramos a trabajar ya que somos el divertimiento de otras personas. Por Santiago OFF, tenemos funciones en distintas comunas o estamos en terreno. La estructura normal de fin de semana que consiste en salir o estar acostado todo el día es poco usual y difícil de lograr, pero cuando podemos hacerlo, lo hacemos. Si trabajamos sábado y domingo, intentamos darnos el lunes libre para mantener la calidad de vida en la organización. Los fines de semana también prestas espacio de tu vida para otros proyectos o para ensayos con la compañía. La gente suele tener varios días de descanso, pero nosotros tenemos estas fisuras en las rutinas que nos entregan ratos de ocio. Puedes entrar a las 11 de la mañana o a las 12 del día, la gracia está en que posees esta libertad. No significa que te despiertas tarde pues te levantas temprano de todas formas, sólo que haces cualquier actividad como ver el matinal, tomar desayuno o hacer trámites que generalmente no haces. Siempre trato de despertar a las 9, aunque tenga que hacer a las 12 o 1 de la tarde. Las vacaciones son distintas, ya que ocurren después de una gran carga de trabajo y no quieres ver a nadie. Implican una desconexión total.
La paternidad significó un estrés desde que era muy joven. Ingresé a la universidad siendo papá y fue súper difícil. Mis papás apañaron muchísimo, pero siempre tenía la sensación de que necesitaba dinero tanto para mí como para mi hija, así que el trabajo era una carga importante. Pensaba constantemente que ganaba poca plata y la mitad del sueldo la gastaba en un magíster. Tenía que cargarme de pegas, aceptar lo que me ofrecieran y ahí me dio el ataque al corazón. Recuerdo que era súper pobre, tenía pocas clases y realizaba el magíster de Dirección Teatral en la Universidad de Chile que era súper exigente, parecía un pregrado. Las clases se realizaban 4 días de la semana y había muestras todos los días. Por suerte, yo tenía alumnos que me ayudaban a generar puestas en escena todos los días, mientras que otros compañeros debían conseguirse actores. Era desgastante. Además, mantenía una relación problemática con mi cuerpo: me alimentaba mal y dormía poco. Evidentemente me iba a dar un paro cardiaco. Fue una época bien dura, sacrificada a tal punto que de verdad no tenía ni 100 pesos para comprarle un helado a mi hija. Ahí cambié mi paradigma y me percaté que lo importante es compatibilizar las distintas dimensiones de tu vida y no exigirse por dinero.
La idea del retiro no está presente. Estamos obligados a trabajar hasta que nos dé la cabeza, hasta que se nos olviden los textos. El Teatro es una carrera larga; no ves viejos retirados, nadie lo hace en el medio. Hay profesionales que actúan en televisión y ésta los retira, pero ellos siguen haciendo teatro, coaching en empresas u otras actividades. El retiro para mí es la muerte.
Existe una comprensión de las condiciones del oficio y la situación de los viejos. SIDARTE inauguró el año pasado una casa de acogida para actores y actrices financiada con fondos de la organización. Varios terminan solos y no tienen familiares que los cuiden, así que es una opción.