Me llamo Josefina González, tengo 35 años. Yo estudié, o sea, de profesión soy artista visual con mención en pintura. Estudié Bellas Artes en la Universidad Arcis en los últimos años en que la carrera se llamaba Bellas Artes. Después pasó a llamarse Cultura Visual, una herencia medio española de ahora donde los estudios sobre las artes son intermediales y con todo este tema del internet. Bueno, yo estuve en el último año de Bellas Artes y me alegro porque me gustaba más esa carrera que la de Cultura Visual. Antes de eso había estudiado cine, dos años, en la Escuela de Cine. Después hice un diplomado de cine en película análoga mientras iba de oyente a clases de artes para saber si me quería cambiar y después me cambié. Cuando egresé estuve media perdida harto tiempo. Yo era muy matea en la Universidad, tenía beca de excelencia académica y estaba muy metida en el tema, pero cuando salí me dio un bajón y dejé de producir un poco.
Actualmente me dedico principalmente a la escritura y la música. Mientras estudiaba Arte tuve la oportunidad de actuar dos veces en teatro de manera profesional y varias veces en cine, cosa que hago hasta ahora. Este año voy a volver a hacer eso: escribí una obra de teatro que se púbico como libro, hace un año exacto, o sea a fines de enero de 2018, y ahora se va a montar. Un director que era amigo mío la agarró, empezamos a ensayar y de repente se me vino todo encima y estrenamos en junio. Hay sala y todo. Así que este año vuelvo a ese mundo de las tablas. La obra se llama “Cómo cuidar de un pato”, que publiqué como libro con la editorial Overol.
En general, soy bien desordenada con el tema de las platas. Mientras estaba media perdida, mi papá justo había puesto una empresa de producción audiovisual de la que soy socia del 5% y hacía unos trabajos con él. Algunos los hago sola, más que nada pega de diseño. A veces de redes sociales. Ahora estoy en plena rendición, atrasada por lo demás, de un Fondo del Libro con el que viajé a México. También, una gran parte del año pasado, me llevaba un poco de platita por unos fanzines que yo hice. Ocasionalmente, como una vez al año, me salen algunas pegas de actriz. Soy bien freelance en ese sentido. Esta situación ha cambiado con el tiempo, pero nada de lo que hago financieramente es constante, excepto las pegas con mi papá que tampoco son muchas. En verdad no sé como lo hago económicamente.
Me fue bien con la bitácora. Pensé que me iba a ir mejor, que iba a ocupar todo el cuaderno y ocupé la mitad exacta. Primero, quería hacerla muy ordenada, escribí con una letra perfecta y después escribí con un lápiz que no me gustó tanto y quedó más desordenada. Después la rayó la hija de mi pololo, todo el rato pasan cosas así. Está muy sucia pero eso me gusta. En la semana que hice la bitácora tenía dos gatos; uno se murió, así que ya no está. Pero también me pisaba todo el rato la bitácora, así que está bastante cochina. Pensé que me iba a costar menos registrar las actividades, pero me costó bastante ordenar, anotarlas. Me costaba mucho la parte de efectos percibidos, no sabía muy bien qué poner. Me di cuenta de que mis actividades no están tan definidas como “De tal hora a tal hora hago tal cosa”, que es lo que en otras épocas de mi vida estaba más definido. Por ejemplo, los lunes iba a clases de danza entonces eso me ordenaba el día porque tenía que organizar el tiempo para alcanzar a hacer todo. Ahora que trabajo mucho más en la casa me ha costado separarlo en actividades porque resulta que trabajo una hora y después una hora hago otra cosa, después vuelvo al computador una hora y una hora hago otra cosa. Es intermitente. Entonces me ha costado ese orden, excepto algunas actividades más puntuales, por ejemplo, ensayos o un taller al que fui de dramaturgia de Santiago a Mil. Es muy fácil anotar eso, pero a los trabajos de casa, sola, en el computador, le ponía una hora aproximada porque es muy intermitente.
Pese a que es así, me di cuenta de que me gustaría que esas actividades empezaran y terminaran de manera más concreta. De hecho, estoy con todo el plan 2019 de ordenar más los horarios, que es lo que hice un tiempo en que estaba yendo a clases de danza y de canto. Me obligaba a estar una hora y media diaria concentrada en una pura actividad, me programaba mentalmente para esa concentración. Es algo que perdí un poco y quiero recuperar.
Los factores externos, como las clases y cosas así, contribuyen a ordenarme, pero las redes sociales y la vida social real a veces me desordenan mucho. Hablábamos de eso con el Alejandro, mi pololo, porque hay un montón de veces que anoto que hago pausas para comer y ver internet, todo el tiempo. Estoy todo el tiempo retroalimentando mi internet, hago un montón de cosas en internet y también trabajo con el asunto, entonces ese límite esta súper difuso. Lo único que me molesta es que me interrumpe el tiempo de lectura. Antes era súper lectora y ahora, si estoy leyendo, cada veinte minutos vengo a ver si alguien me escribió porque si no respondo de inmediato queda la cagada y eso me molesta. Eso es una interrupción, siento que necesito programar horas de lectura.
Hace 10 años habría sido distinta la bitácora porque estaba estudiando en la universidad y yo dedicaba todo mi tiempo a eso. Estaba viviendo sola, así dedicaba mi tiempo a eso en la semana y el fin de semana trabajaba de doble de Blanca Nieves en una agencia de actos para niños, nos poníamos un disfraz. Después trabajaba en algunas filmaciones. Ese fue el año que mi papá armó la empresa parece.
Trato de ordenarme y disciplinarme en general para lograr hacer todo lo que quiero, pero me doy cuenta de que hay cosas que no se pueden forzar. Yo puedo decir "me voy a sentar ahora una hora de reloj a escribir" y trato de hacer esas cosas, pero el material que ocupo en ese momento para partir escribiendo son cosas que he ido anotando durante todo el día, no en horarios programados. Por ejemplo, vienen unos amigos en la tarde a tomar cerveza, conversamos y todo el rato estoy anotando cosas. Entonces ya tengo una metodología de hacer las cosas, incluso para las canciones y para todo, estoy anotando ideas todo el rato. Tengo un chat conmigo misma, también me mando mails, pero uso más el chat, aunque no tanto las notas de voz. Antes las ocupaba un montón hasta que se me perdió una vez un celular con miles y quedé traumatizada. Entonces no puede ser una sin la otra, o sea, yo no podría tener todo mi tiempo normado porque no tendría material que ordenar cuando estoy en el momento normado. A mí me funciona ese sistema. Yo me divierto haciendo, me divierto escribiendo. En la noche escribo escuchando música, sin editar, sin ninguna pretensión, tomándome una cerveza, un cigarro y después en horarios más de mañana me obligo a sentarme a editar. No es la única manera, pero me sirve obligarme, comprometerme con un medio a entregar columnas semanales. Tengo que ponerme presiones externas. Si no lo hago me pasa lo que me pasó hace algunos años, que acumulé miles de papeles que nunca pasé en limpio y que aún están en mi ex casa. Me encantaba escribir, pero nunca era capaz de editarlo ni ordenarlo.
No soporto tener que empezar a editar, pero una vez que empiezo es fácil, fluye. Obviamente encuentro una satisfacción que antes estaba media trabada, pero el momento de sentarme lo pospongo lo más que puedo: “No, tengo que ir a la feria”, después “Tengo que ir a comprar una tontera”, “El filtro del filtrador de agua”, “El antiparasitario del gato que le toca en un mes” … Cualquier excusa para no hacerlo.
El internet me dispersa, pero el tema es que lo ocupo todo el rato para googlear cosas que me interesan y que después ocupo para escribir como noticias antiguas de las que me acuerdo. Todos los días, todo el tiempo estoy googleando cosas que me acuerdo y que ocupo para escribir. Estoy robando cosas de noticias siempre. Entonces, no es que me meta, por ejemplo, a jugar Candy Crush, sino que estoy todo el tiempo sacando pantallazos de noticias y cosas que después tengo que trabajar. Si no las tuviera -va a sonar medio engrupido-, es escribir sin estar escribiendo. Todo el día parto registrando las cosas que me van pasando o que voy pensando, todo el tiempo, incluso cuando me despierto en la mitad de la noche. Yo sé que eso está muy mal para mi salud mental, pero un montón de veces me meto al celular, me pongo a leer cosas, cosas que me hacen despertar más, historias de crímenes de las que me acordé durmiendo, y así voy guardando pantallazos. Eso no lo debería hacer, por salud mental, pero igual lo hago.
Justo en la bitácora anoté un día en que hice full aseo: "Aspirar, barrear, trapear, hacer camas". Es un día que me volví loca, aspirando, limpiando todo, limpiando la pared. Ahí puse "Objetivos: Mejorar salud mental, tener limpio", "Efecto percibido: No hay sentimiento de culpa ni aburrimiento porque hace rato no hacía aseo". “Sentimiento de culpa” suena raro, pero a veces cuando estoy lavando la loza es como "Puta, quiero terminar rápido de hacer esto porque quiero hacer mis cosas, quiero ir a perder mi tiempo de manera valiosa". Ese día hice solo aseo hasta como las tres de la tarde y después solo computador.
En otra parte puse "Photoshop de pega", eso lo hago al tiro para dejarlo listo. También escribí "Difusión de entrevistas y próxima fecha musical. Difundir tocatas y difundir entrevistas, coordinar posibles fechas en el sur. Avanzo rápido, me distraigo hacia el final con noticias y memes, tomo nota, todo sirve. Ambas actividades se ven constantemente interrumpidas por mis tres gatos". Tenía tres en ese momento. Se sentaban sobre el computador y yo pensaba "Ya, no puedo seguir trabajando" o estaba barriendo y se metían adentro de la pala, entonces me quedaba jugando y regaloneando con los gatos.
También anoté "Es usual que los lunes los pase en la casa". Eso me gusta hacer. El lunes es como día laboral, me gusta estar en la casa y ahí siento el peso del lunes. Siempre avanzo harto en orden, de todo tipo. Después agregué “Paso parte del tiempo del computador leyendo noticias, viendo memes o curiosidades varias, esto lo hago siempre". Tengo un chat conmigo misma, eso me divierte mucho. Nunca siento que estas dispersiones sean una pérdida de tiempo, muy por el contrario.
Al día siguiente -la bitácora es una semana media- tuve justo una pega en el Pedagógico. Tuve que ir a coordinar la grabación porque el chico que iba a grabar era la primera vez que lo hacía y eso fue muy pega, entonces anoté "trabajo". No está relacionado directamente a mi trabajo, pero sí a plata y a proyecciones laborales porque la idea es que si aprueban el proyecto hay pega hasta diciembre. Lo pasé muy bien haciendo ese trabajo, me reí mucho, y después ese mismo día en la tarde tenía que ensayar para una fecha que tenía el sábado. Puse "Ensayo musical, actividad muy importante y significativa". Esa actividad era más importante para mí que la otra, pero puse la siguiente descripción "Un poco desconcentrada, aun así, me obligo a seguir, me divierto igual".
También trabajé en el computador el martes, todos los días ando con el computador. De hecho, fui de vacaciones y me lo llevé. Es muy ridículo porque estaba en la mitad de la nada sin Wi-Fi, sin nada e igual estaba en el computador. Tenía que escribir una columna. Ese martes también escribí "Difusión de fechas, coordinación de otras fechas en el sur. Veo noticias y cosas curiosas antes de ensayar, almuerzo con amigos incluyendo larga conversación sobre actualidad y planes. Ensayo debería haber sido más largo".
Esta semana es relativamente ideal porque en la mañana tengo actividades no tan temprano, tipo de 11.00 a 14:00 horas, que es una hora ideal para tener actividades externas y así, después en la tarde, hacer mis cosas más distendidamente. Eso es para mí lo ideal. Yo me despierto temprano, aunque me acueste tarde. Me gusta despertarme temprano, prefiero levantarme temprano y dormir siesta.
El miércoles de esa semana fui a un taller de dramaturgia, organizado por LAB Escénico, que es la plataforma pedagógica del Santiago a Mil, con un dramaturgo, director y actor de Colombia que se llama Fabio Rubiano. Eso estuvo muy bueno, duró desde las 11.00 a las 14.00 horas. Los objetivos que aparecen en la bitácora eran obvios “Aprender nuevas estrategias de desarrollo y construcción de textos”. En el apartado de efectos percibidos anoté "Salgo motivada y con elementos nuevos de creación dramática". Salí muy motivada. Fui sola, pero había más gente, éramos 15 personas más o menos. Me encontré con una amiga muy cercana, de casualidad.
En la tarde tenía una reunión musical con compañeros de una banda en la que toco, que es mi segunda banda, que no es la mía, sino que es la de otro amigo en la que él compone y yo soy músico de su banda. También canto ahí. Antes de la reunión anoté en la bitácora "Duermo una larga siesta", "Tengo trabajo pendiente que no hago, trabajo fome" que es trabajo más de plata, que siempre es con Photoshop en internet. También escribí "Leve estrés por estas obligaciones pendientes” que era editar lo que había hecho en el Pedagógico, que mi amigo lo había lanzado ya, y la rendición del Fondo del Libro que todavía no termino y eso me causa estrés. Después en la tarde teníamos una reunión musical que básicamente fue algo muy relajado, o sea, comimos completos acá en la casa. El objetivo era “Organizar actividades de aquí a marzo con cooperativa musical" y la descripción fue "Buena reunión, acordamos fecha de grabación y revisamos pistas de lo que vamos a grabar". Finalmente, esa fecha de grabación no se concretó, pero se va a concretar ahora prontamente.
Los días que siguieron estaban generalmente así: una cosa en la mañana y cosas en la tarde en la casa, menos acotadas de tiempo. Este año yo creo que va a ser un poco más difícil porque voy a tener que co-animar un programa de radio que es de opinión y humor, todos los martes, a una hora fija, de 11.00 a 14.00 horas. Todos los lunes voy a estar publicando una columna nueva en una página que se llama “Es mi fiesta”, y voy a tener ensayos agendados en las tardes, creo que tres días a la semana, de la obra de teatro. Entonces eso va a determinar un poco como van a ser mis días. El resto del tiempo va a ser como es ahora mi tiempo de verano: yo en la casa, arrastrándome desde el computador hacia otra actividad, los gatos, la guitarra.
Un día de esos trabajé en el computador y al día siguiente acá en la casa. La bitácora dice "Objetivo: Terminar trabajos atrasados", "Efectos percibidos: Tedio, me aburro como una ostra. Logro avanzar tomando recreos para leer cosas chistosas y salir al patio". Si no lo hago, no avanzo en las pegas que no soporto hacer. Tengo que ir tomando recreos de internet o pararme y salir al patio y aunque no quiera los hago igual. Después en la tarde de ese día, la idea era hacer todo esto para tener un buen ensayo. Necesitábamos tener un buen ensayo para el sábado aquí en la casa, o sea, ese día estuve todo el día en la casa. Anoté "Día difícil, jueves me cuesta concentrarme en las pegas fomes, avanzo igual en lo mío. Difusión de la fecha del sábado, difusión de la entrevista que me hicieron en Disorder".
En otra página puse "Hago un video para la fecha del sábado, leo noticias y crítica cultural en internet". Me encanta leer noticias, siempre me meto a Twitter a leer noticias, todo el día. Otra actividad dice: “Almuerzo tarde, 17:00 horas, quisiera usar la tarde solo para ensayar y leer, pero me falta terminar la pega del video del pedagógico. Comienzo a leer El Arte y la Ciencia De No Hacer Nada”. Me lo regalaron a principios de diciembre, para mi cumpleaños y recién se me ocurrió leerlo para esta bitácora, muy ad hoc. El 5 de diciembre para mi cumpleaños me lo regaló mi pololo que vive conmigo acá. Me lo regaló y yo lo tenía medio abandonado, no lo había pescado, y este día que se me hacía difícil me acuerdo del libro y lo comienzo a leer. En la bitácora anoté "Libro baja considerablemente los niveles de ansiedad y estrés. Después le comento a mi psicólogo que estoy leyendo ese libro y me pide que se lo lleve”. En la tarde tuve ensayo que duró de 19.30 a 23.30 horas, 4 horas, que es un buen tiempo para un ensayo musical. En “Objetivos” puse “Muy importante" y en "Efectos percibidos”, “Muy bien, me doy cuenta de que debería ensayar más, muy buen ensayo, felicidad". Al final anoté "Ensayo lo mejor del día", ya muy prendida.
Me pasó que este día, el viernes de esta semana, yo tuve una leve crisis emocional, por decirlo de una manera. No anoté nada ese día. Tengo algunos problemas de ansiedad, pero desde hace mucho tiempo, desde los 21 años más o menos, que partieron como problemas de crisis de pánico y eso lo he ido sorteando de maneras distintas a lo largo de mi vida. Ahora no es un impedimento, pero ocasionalmente y justo esta semana tocó que ese viernes básicamente valía callampa. El sábado tenía hora al psicólogo. ¿O fue el viernes? Anoté que sábado, pero es muy raro que sea el sábado, aunque pudo ser sábado en la mañana. ¡Qué raro que haya sido un sábado! Tengo anotado acá todo. No, mentí, no era sábado, no sé por qué anoté eso. Bueno, eso demuestra el mal estado mental en el que estaba. El punto es que tuve psicólogo y no lo anoté, muy mala señal. No es la fecha correcta, pero de todas formas puse en “Objetivos/relación con tu vida laboral": "Sentirme mejor, mejorar. Manejar ansiedad, muy relacionado a lo laboral".
Ese sábado también anoté "Actividad: preparación de rutina de humor para el sábado". Me había comprometido a hacer una rutina de humor que antes había hecho en un matrimonio, pero no estaba muy convencida de hacerlo. Este día quería cancelar la fecha del sábado que era muy importante y al final lo preparé. Anoto el sábado -puta, que vergüenza, me quiero morir-: "Me sentí muy mal todo el día y tuve que tomar remedios. Iba todo relativamente bien hasta que -yo debí haber cancelado esa tocada, pero bueno-, hasta que después de la prueba de sonido me sentí mal de nuevo. Ando muy depresiva y con crisis de ansiedad terribles". Se me pasó por suerte, fue por un momento. Después sigue: "Tomé un poco de alcohol con mis amigos y compañeros de tocata”. La tocata es algo que considero laboral porque es raro que yo toque gratis últimamente, o sea, hace tiempo igual. En la bitácora agregué: “Cuando me tocó presentarme di el 20% para mis estándares, lo hice pésimo. Escribo esto el domingo con crisis vocacional absoluta y sintiendo que debo cambiar todo en mi vida". Me sentí pésimo todo ese día. La tocata fue el sábado en la noche. El sábado giró todo el día en torno a la tocata, o sea, almorcé y todo, pero no anoté más actividades que fueran significativas. Anoté que "Tengo crisis vocacional absoluta", cosa que, por supuesto, se me pasó rápidamente. Ya no tengo crisis vocacional, no podría hacer nada más que lo que hago.
El domingo en la noche ya estaba más recuperada, así que me dediqué a leer distintas cosas. En la bitácora puse: “Objetivos/relación con tu vida laboral: Muy importante, actividad fundamental para mi desarrollo artístico y laboral. Además, me gusta". Tengo que leer siempre. En general, parto y termino un libro, no leo muchas cosas a la vez. Excepto, por ejemplo, los libros de poesía. El libro “El Arte Y La Ciencia de No Hacer Nada” también lo puedo ir saltando con otros, pero si estoy leyendo algo narrativo no puedo leer otro al mismo tiempo. El domingo también hice trabajo de computador: "Paso en limpio anotaciones varias de cosas que voy guardando para futuras columnas". Hay capturas de pantalla que debo ir borrando por temas de espacio, las voy pasando y en el camino hago una primera pasada en limpio, una primera corrección. Le agrego un montón de cosas más. El objetivo o relación con mi vida laboral fue "Fundamental para mi meta de escritura, me divierte, avanzo".
Aquí ya vienen las últimas anotaciones de la bitácora porque había pasado una semana. El lunes no sé por qué no anoté, pero el martes escribo: "Trabajo de computador de pega bien, coordino para empezar a publicar las columnas semanales en Es mi fiesta a partir del próximo lunes, hago pausas para comer, cocinar y ver internet. Pienso en la posibilidad de ir al teatro". Eso lo considero algo importante, que trato de hacer todo el tiempo.
El lunes que no anoté estuvo de cumpleaños mi compañera de casa, una chica que vive acá, es de Uruguay y también se dedica a la música. Ese día vinieron muchos amigos, sobre todo músicos, entonces escribí: "Me hace muy bien la conversación sobre errar, el riesgo de tocar en vivo, la experiencia". Conversamos sobre esto porque todos los que vinieron trabajan y viven de eso o de organizar eventos culturales, fiestas. Lo encontré algo muy productivo. Una cosa lúdica, que era el cumpleaños de la compañera de casa, fue muy útil para mí en todo sentido. Ese día teníamos grabación musical a las 15.00 horas, pero se canceló porque el líder de la banda se enfermó, por decirlo así, se sentía mal psicológicamente.
Creo que eso es todo lo que anoté. Me salté un sólo día en que puse “El martes hago orden de agenda, planificación de actividades febrero, marzo, organizar productividad de verano, bien, hago gestiones y armo plan verano". Esto es muy importante, muy importante, muy importante. Además, psicológicamente me hace muy bien organizarme. Todavía no lo hago, pero me mandaron las fechas de la obra de teatro, del estreno. Todo eso lo debo tener anotado. Lo que más sirve para mi organización es mirar el mes completo. Eso es lo que más me sirve entonces anoto las cosas más importantes del mes arriba, por ejemplo, terminar el tercer fanzine, junio va a girar todo en torno a la obra y entregar una columna todos los domingos. También compré una agenda a una amiga. Es abierta, así que yo le puse los meses y voy a usar colores para las actividades: un color para teatro, un color para columnas. Tengo que comprarme destacadores, yo creo que iré a Meiggs para eso. Pero lo que más me sirve es el calendario completo entonces lo más probable es que esto lo fotocopie grande y cuando lo tenga más lleno lo pegaré en la pared, en la mesa donde trabajo. Esa es mi mesa de la soledad porque no puedo escribir si hay gente haciendo algo al lado, o sea, puedo, pero no es lo óptimo para cosas como editar. Tengo que estar sola. El hecho de andar trayendo una agenda me genera alivio. De todas formas, todo lo tengo anotado en el celular para que me vaya recordando. El año pasado no ocupé agenda, pero ahora sí porque quiero que los horarios sean más ordenados.
Hoy una niña me escribió “Oye, te vi no sé dónde, me encanta tu trabajo”. Cuando me dicen “Me encanta tu trabajo" es como “¡Uff!”, no sé qué pensar de la palabra. Yo no lo considero un trabajo, o sea, sí, pero no me gusta la palabra. Aún así estoy tratando cada vez más, de ocupar el 100% de mi tiempo en actividades laborales que solo sean dentro del ámbito de la cultura. Incluso las pegas externas, como videos u otras cosas que hago, por ejemplo, de diseño. En ese sentido, yo manejo completamente mis tiempos de trabajo y hay cosas a las que les digo “Trabajo” y cosas a las que no. Le digo “Trabajo” a las cosas que son pegas de plata, que me importan menos que las cosas mías. A estas últimas la gente les dice “Tu trabajo”, pero yo no les digo “Trabajo”. Ocupo el término cuando tengo que ordenarme y aplicar disciplina, si tengo que hacer esfuerzos de organización y psicológicos que son parecidos al esfuerzo que uno hace de levantarse para ir a la oficina, que para mí es particularmente terrible en el invierno. Por ejemplo, instalarme a ensayar es este tipo de cosas porque requiere un despliegue al que me estoy acostumbrando recién hace un año y medio, de enchufar claves, de afinar la guitarra. Me cuesta mucho partir. Esos son mis momentos de ir a la oficina, en que lo paso un poco mal cuando tengo que partir haciendo cosas porque todo el tiempo lo paso muy bien en general. Lo paso bien escribiendo, tomando apuntes todo el día. Si voy en la micro siempre estoy pendiente de lo que alguien habla, estoy todo el tiempo robándole anécdotas a mis amigos, cosas que mandan, por ejemplo, al grupo de WhatsApp, las ropas, las ideas, todo lo estoy ocupando, todo me sirve. Pero los momentos que son mi "ir a la oficina", son mis momentos de editar en el computador, ensayar u ordenar cosas que están escritas para canciones, para componer. Este año quiero volver a dibujar. No sé cómo lo voy a hacer, yo creo que no lo voy a lograr porque voy a estar haciendo lo de la radio y lo del teatro. A ninguna de esas yo les digo trabajo. Sé que la obra de teatro se viene con sangre, sudor y lágrimas y que en invierno me va a costar, va a ser como ir a la oficina. Voy a pensar "No quiero ir a trabajar, no quiero ir a ensayo", pero lo voy a hacer igual, yo me metí en eso.
Nadie me ofrece mucho de esas pegas fomes remuneradas. Yo podría buscarlas más y dedicar más tiempo a eso. Probablemente tendría más estabilidad financiera, pero no lo hago, sólo las busco hasta cierto punto. Este año tengo que ordenarme con eso; por primera vez voy a postular a algún fondo. Eso del Fondo del Libro que mencioné era casi un Ventanilla Abierta, no era una cosa en que tú te pagas un horario, sino que sólo te financias un viaje, una feria del libro. Yo creo que voy a necesitar hacer algo más extendido en el tiempo. Hago súper bien la postulación del fondo, todo bien, pero después que se hizo soy la peor. Yo nunca entregué la tesis de la universidad, teniéndola media lista; es como un karma. Ahora tengo que terminar esta rendición y debo terminar antes del jueves para poder irme de vacaciones de nuevo.
A todo esto, en las vacaciones escribí un montón y también trabajé. Finalmente, nunca me voy a desconectar de lo que estoy haciendo porque no es que me tome vacaciones y piense "¡Ah, por fin voy a descansar de tomar apuntes y escribir!". Eso es imposible. Mientras estábamos de vacaciones, fuimos con la banda de mi pololo a un show, me subí a tocar con ellos, de hecho, hasta hice una rutina improvisada de humor que repetí en el casamiento. Fuimos a un casamiento -por eso viajé ahora- y en la fiesta igual toqué en vivo mis canciones, cosas que acá considero que son parte de mi trabajo, de mi obra, por decirlo así. También lo hago por placer.
Hay un campo en el que no he incursionado, la danza. Tomé clases porque soy muy ñurda entonces lo hice para tener una compensación. De hecho, voy a tener que empezar de nuevo para actuar en teatro porque, si no, voy a dar jugo en el escenario. Mis dos hermanas son bailarinas de danza contemporánea. Desde siempre me ha gustado dedicarme a varias actividades artísticas. En el colegio me hacían dibujar lo que quería ser cuando fuera grande y yo hacía una pintora. Siempre me gustó leer. Mi papá me enseñó música, él es músico y tiene un oído súper bueno. Yo me dedico a la música hace dos años no más. Antes sabía, pero yo creo que me traumé porque él me decía que era desafinada. Mi sobrina es un poco así, no le gusta leer, pero le gustan las matemáticas y es deportista. Es distinta a nosotros.
Cuando estaba estudiando artes, estaba dedicada 100% al arte visual, 100%. Yo despertaba pensando en la cuestión. Después fui ayudante de Pablo Langlois durante 4 años y de la Rosario Perriello, entonces seguía haciendo clases y metida en ese mundo. Era profesora ayudante en la universidad y me encantaba hacerlo, creo que debería volver a hacerlo. Luego no hice porque la Arcis cerró y quebró, de hecho, me quedaron debiendo plata. Debería volver a hacerlo, pero, en general, no tengo mucho don de pedagoga. Yo creo que era súper buena profe, pero no sé. Una vez traté de hacer un taller, pero no sirvo para eso. Jamás volvería a hacer un taller de nada.
Mientras estuve en Arte, en esa época, tuve que actuar un par de veces y me importaba nada actuar bien, pero sí me importaba mucho ser muy inteligente y hacer muy bien mis trabajos de arte. Nunca he tomado muy en serio la actuación y ahora este año lo tengo que hacer profesionalmente y sí me lo estoy tomando en serio. Por otro lado, algo que me cuesta, por ejemplo, es sentarme a terminar una canción. Este año quería, o más bien, todavía quiero sacar un disco que sea más largo que el EP cortito que saqué antes, pero me cuesta un mundo sentarme a terminar una canción. Yo creo que voy a cambiar de estrategia: voy a dejar de componer con la guitarra y me voy a meter con una máquina que me compré. Tal vez me vaya súper bien, pero si una se me está haciendo muy difícil me meto a hacer otra cosa. Por eso quiero volver a tener la opción de empezar a pintar de nuevo. Si me estoy sintiendo abrumada con algunas cosas, descanso en otras, pero descansar, por ejemplo, solo viendo tele es imposible.
A mí me gusta ver tele haciendo otra cosa, es mi mejor panorama posible, pero no es descansar. Los fanzines que hago, los hago a mano, soy muy maniática. No quiero que nadie más los doble porque pienso que van a quedar mal. Tampoco los mando a hacer a una imprenta, aunque es lo que voy a tener que empezar a hacer porque no me da el cuero. Las ediciones que he sacado hasta ahora del fanzine 1 y el fanzine 2, yo los recorto, los pego. Es una pega totalmente manual que me encanta hacer viendo tele, es lo mejor que me puede pasar. Los tirajes que hacía para vender en la librería los doblaba hoja por hoja y eso lo hacía viendo tele. Ese era mi día perfecto y hacía como cincuenta fanzines diarios. Si hiciera más podría ganar más plata porque igual me dan, por lo menos, me alcanzaba para pagar la luz todos los meses con los fanzines. Quiero sacar un fanzine 3 y nuevas ediciones del 1 y del 2 que están agotados. Eventualmente lo que va a pasar es que tendré varios números de fanzines y con eso haré un libro impreso legal. Ahí ya no tendré que hacer gestión manual y de eso se puede imprimir un montón. Le tengo fe a eso, económicamente hablando. Mi pololo tiene una editorial en la que no hemos publicado nada mío porque yo trabajo con otra editorial, pero el libro de fanzines calza perfecto. Yo creo que será un proyecto para el 2020, finales del 2020. Antes no proyectaba tanto las cosas. Desde hace un par de años ya estoy haciendo eso, proyectando hacia adelante. Ahora, por ejemplo, me ofrecieron un crédito del banco e increíblemente creo que lo voy a aceptar por la obra de teatro. Entonces, después, tengo planes para el 2020 de vender la obra y así recuperar plata. Tengo proyecciones pensando en 2019-2020.
Quedo satisfecha con lo que hago cuando es un resultado un poco inesperado, que me sorprende, que me divierte, y que pasa cierto estándar de calidad. ¿A qué me refiero con eso? Por ejemplo, yo jamás en la vida mando una columna hasta asegurarme al 100% de que no tiene ninguna falta ortográfica ni una errata. Soy muy maniática con eso, lo reviso un montón de veces, después se lo paso a mi pololo, Alejandro. Él es editor de texto, también es pintor y músico. Estudió pintura, pero tiene una editorial de libros que se llama “Chancacazo” y es músico, tiene un proyecto solista y toca en 4 bandas más. Es cuático: toca trompeta, bajo, en mi banda toca guitarra y en la suya máquinas, teclado y canta. Él tiene una ortografía perfecta al igual que yo -creo que es como mi mayor virtud-, entonces él me revisa los textos. Sea para lo que sea yo todo lo paso por una revisión de calidad extrema. Cuando grabé las canciones también. Me acuerdo de que una guitarra quedó mal grabada y hasta el día anterior de ir a mezclar y masterizar las regrabé, las regrabé y las regrabé en mi casa. Después le pagué a un amigo, que encontraba que era el más seco, para que masterizara la cuestión y quedara con un estándar de calidad bueno. Si me hacen una entrevista y me piden una foto, consigo a alguien que venga con una cámara buena. Si voy a hacer algo prefiero hacerlo bien, lo mejor posible. La editorial con la que trabajo, Overol, también es bien perfeccionista. Desde la primera vez que me junté con ellos creo que pasó 1 año y medio o 2 años antes de tener el libro en la mano. Hago lo mismo con los fanzines, los reviso mil veces. Esos no se los paso a nadie, son totalmente autoeditados, pero creo que tendré que dejar un poco el perfeccionismo porque tener que estar doblando hoja por hoja porque sé que nadie más la va a doblar perfecto es demasiado.
El reconocimiento de los pares cercanos que admiro me importa mucho. Por ejemplo, si le muestro una columna al Alejandro y no le gusta altiro entro en crisis. Sin embargo, cuando estoy muy segura con algo no me importa tanto lo que opinen los demás. Cuando estoy un poco insegura con algo es distinto. Cuando tenía el máster del disco y me vine a la casa, recién estábamos pinchando con Alejandro. Escuchamos la cuestión y estaba histérica, me quería morir, no podía escucharla. La música es el ámbito en el que llevaba menos tiempo. En enero de este año compré mis primeros cables buenos para enchufar la guitarra eléctrica. En general no me importa tanto el reconocimiento ajeno, pero el de los pares cercanos me importa mucho.
No me gustan, en general, los conceptos de éxito y fracaso. Creo que eso me lo inculcó mi mamá que siempre dice "Ay, esa gente exitista". El éxito igual es que a uno le guste lo que hace y estar mental y espiritualmente tranquilo con eso. Sobre el fracaso, pucha, un montón de veces me digo "eres un fracaso". Me trato súper mal cuando me va mal, como pasó ese sábado de la bitácora, pero cada vez estoy aprendiendo a hacerlo menos. Voy a contar una anécdota muy estúpida, pero que es muy útil. Cuando me pasa algo que es un fracaso, que sale mal, veo cosas como reportajes de unos conciertos de Whitney Houston en que cantaba su hit de “El guardaespaldas” y en el momento en que tenía que llegar a la nota más alta no le resultaba, así que el público se iba. Hay otro de Luis Miguel en el que se subía a cantar y decía "Bueno, la vida tiene montañas y sin montañas no hay valle", algo así bacán. Además, tengo mis dioses del Olimpo, mis figuras referenciales, de los que varios son suicidas. Tengo un libro de van Gogh grande que siempre leo cuando me siento desmotivada. También leo a Pizarnik o recurro a Pasolini. Ahí se me pasa todo, pero no considero que el éxito tiene que ver con una aceptación social ni con una retribución económica
Tampoco me importa que se me reconozca si muero porque ya voy a estar muerta, me da absolutamente lo mismo. Si alguien me dijera ''No te preocupes si no te pescan porque cuando te mueras vas a ser reconocida” me daría lo mismo. La verdad es que el éxito me parece una satisfacción interna de haber sido un vehículo transmisor de una obra que se generó sola. Eso es lo más bacán, cuando haces algo y te dices a ti mismo “Que quedó bacán esto, ¿de dónde salió?”. Yo creo que eso es el éxito. Y el fracaso, lo contrario, es estar centrado en uno mismo, imponiéndose todo el tiempo juicios que imposibilitan que la obra salga a la luz a través de ti. Eso sería el fracaso.
Para mí es ocio ver memes, ver tonteras en internet. Me encanta, lo hago todo el tiempo y no pienso dejar de hacerlo. Mi máximo momento de ocio, por ejemplo, es cuando andaba de vacaciones y en un momento era como “Hueón, no lo puedo estar pasando tan bien”. Estábamos en el hotel viendo tele -siempre veo las mismas hueás que me gustan-, el Investigation Discovery, del que saco un montón de ideas. Sólo me gusta ver programas de tele de los que saco ideas, a menos que sean como “Bob Esponja” o monos animados que me encanta ver. Al mismo tiempo, estaba en el celular. Era el ocio más absoluto y asqueroso, ver tele y celular simultáneamente, memes y tele. No me genera un sentimiento de culpa porque, además, lo uso mucho. Mi ocio es súper útil.
Pasamos hartos momentos de ocio comunitario en la casa. Almorzamos y las sobremesas a veces son súper largas. Nosotros decimos que entramos en un “convento artístico” porque cocinamos, comemos y conversamos en la sobremesa de lo que estamos haciendo. Luego cada uno se encierra nuevamente en sus piezas respectivas a trabajar. A principios de enero dijimos “Ya, vamos a entrar en modo convento artístico” y en la tarde nos juntábamos de nuevo a tomar once y ya en la noche lo más probable es que venga un amigo y tomemos una cerveza. Esa es la rutina diaria. A veces cada uno tiene sus momentillos de ocio. El Alejandro no tiene muchos momentos de ocio, siempre está mezclando, tocando trompeta, o pintando. Nuestra compañera de casa tiene momentos de ocio, le gustan cosas parecidas a mí. Ve historias de crímenes en internet, le encanta eso. En los momentos de ocio nos reímos mucho y también en las sobremesas donde hablamos de lo que cada uno está haciendo. Eso me ayuda mucho a sobrevivir de una manera entretenida y sana porque lo paso súper bien en general.
Hay cosas que tengo que hacer sola, aunque no quiera. Por ejemplo, ahora andaba de viaje y hubo varios días en que estaba todo el rato con los amigos porque estábamos durmiendo 4 en una pieza. Había que tocar al día siguiente y ocurrió que dejé para el último día unas columnas que tenía que escribir. Traté de escribir con todos alrededor mío y anoté un montón de cosas que después me sirvieron, pero para la parte de armado y edición de texto tengo que estar sola.
Me da culpa dormir hasta tarde porque a veces siento que es pérdida de tiempo, aunque sé que en el fondo no lo es. Pero, por ejemplo, si me despierto temprano y me quedo toda la mañana viendo tele y viendo memes lo más probable es que haya obtenido una cantidad de material que hace que sea imposible que me sienta culpable. Por el contrario, trasnochar por haber ido a un carrete, acostarme de amanecida y dormir hasta tarde, me produce angustia, estrés y culpa, la famosa caña moral, que tiene que ver con el tiempo no utilizado.
En general, el ocio para la sociedad es una cosa que se disocia completamente del trabajo. Me doy cuenta porque la gente dice "Oh, estoy reventada, necesito vacaciones" y yo pienso "Chuta, no estoy reventada, no necesito vacaciones". Tengo vacaciones, pero necesito vacaciones del calor de Santiago o de ir al banco. No necesito vacaciones de lo que estoy haciendo. Tal vez de cierta rutina, aunque no es una necesidad, tengo los mundos incorporados. Yo creo, que, en cierta medida, estoy en esa cosa que se llama industria del entretenimiento y tal vez la única gente que no se siente culpable de vivir en ocio tenga un poco de eso. También pasa que en las actividades creativas y sobre todo si me interesa el humor negro y la autoficción, no puedo separar mi vida cotidiana ni tampoco puedo salirme de ese pensamiento lúdico para ponerme en modo trabajo. Si los separo estoy frita. Prácticamente me debo a ese estado un poco lúdico de creación porque resulta que, si me pongo en modo de productividad ya, está bien, pero no puedo eliminar 100% el resto, tienen que estar conviniendo. Puedo estar súper ordenada, pero si no asumo que mi vida es parte de la obra, estoy frita. El ocio es la vida y la obra es como el trabajo; no tengo que trabajar si no tengo vida.
Antes de anotar en la bitácora sabía que esa línea entre trabajo y ocio iba a estar muy difusa, pero el registro me ayudó a constatar que me cuesta mucho pasar varias horas seguidas en una actividad y que tengo que hacerlo más. Quiero hacerlo más y es importante hacerlo. Este año lo voy a lograr porque tendré ensayos con más gente y todo ese tipo de cosas, pero quiero ordenar el tiempo sola para poder pasar una hora completa haciendo puro una cuestión. Eso es lo constaté con la bitácora.
Hubo una época en que estaba muy perdida, después de la universidad, en que me hice un poco adicta al deporte. Ojalá me hubiera quedado un poco de eso, pero ahora no hay fuerza de voluntad que me saque a andar en bicicleta. Bueno, me lesioné, me disloqué, tuve una disección arterial haciendo CrossFit y estuve tres meses en cama, que para mí fue la vida y el cuerpo diciéndome "Cagaste, tienes que terminar de escribir lo que habías empezado a escribir”. Ahí escribí la obra, que después fue libro y desde ahí, no paré más. Me di cuenta de algo que es muy cliché: la inhabilidad no es cuando estuve enferma, obligada en cama, sino que yo misma me había puesto obstáculos e inhabilidades para no dedicarme a la cuestión. Después de eso ya nunca más paré. Mi cuerpo, mi mente me obligaron a hacerlo.
Voy al psicólogo todas las semanas, que es lo más cercano a ir al doctor porque no tengo ninguna enfermedad ni nada. Eso es importante, trato de mantener una salud mental aceptable, estar bien, estar feliz. Las cosas que me salen mal, que tengo malas y que ya son parte de mí, trato de incluirlas en mi producción creativa. Siempre que salgo del psicólogo anoto las cosas que hablamos.
Antes me sentía muy culpable con los feriados, pero ahora cada vez menos. Estoy manejándolo cada vez mejor porque estoy asumiendo tienen importancia en mi producción. De hecho, acaban de publicar en la página una columna que escribí sobre el veraneo. Así que yo diría que este último tiempo me he reconciliado con los feriados, las vacaciones, los días libres, pero sin duda antes me generaban un sentimiento de culpa. Yo creo que es un fenómeno social que a mucha gente le pasa, a toda la gente le pasa, sobre todo a hombres padres de familia. Tengo un tío que no puede estar sentado, tiene que estar haciendo algo porque si no, está perdiendo plata. Me da un poco de compasión la gente trabajólica. Yo me considero un poco trabajólica, pero ahora lo paso bien siéndolo. Quizás no es tan adecuada la palabra trabajólica, pero de repente me dicen "Ya, pero desconéctate". Por ejemplo, estábamos en la mitad del festival musical y yo ahí con el computador en la mitad del pasto escribiendo la columna. Me decían "No creo que sea para mañana" y yo respondía "Obvio que sí". De todas formas, creo que estoy en fase de reconciliación y cada vez va a ser mejor.
Los fines de semana son distintos, sin duda, porque, para empezar, los domingos me generan un poco de angustia -a mucha gente le pasa- debido a que tenía la herencia de que es el día anterior al colegio y hay que ordenar. Hay un factor social que es imposible de evitar, pese a que trabaje aquí en la casa y haga mis cosas sola. Además, es un factor que no quiero evitar. Entonces siento que son distintos los feriados, las navidades y año nuevo, son una cantidad de material. Mi psicólogo me contaba que la gente tiene un grupo de autoayuda de depresión y para la navidad se tienen que juntar como cinco veces al día porque están colapsados. La presión social de la fecha es muy fuerte, o sea, tienes que estar feliz, tienes que estar relajado, tienes que pasarlo bien, tienes que disfrutar la compañía de tu familia. Y a veces es imposible, ¿cómo vas a hacer todo eso al mismo tiempo? Cuando eso me angustia lo uso, obviamente escribí sobre la navidad y todo eso.
También hay gente que se muere en estas fechas extrañas y festivas. Mi abuela está de cumpleaños el 17 de septiembre y tenía una melliza que se murió hace poco. La hija de esa melliza se murió en un choque para su cumpleaños, el 17 de septiembre, entonces el 18 de septiembre siempre lo he relacionado un poco con eso, son fechas totalmente distintas. El 11 de septiembre también, todas las fechas significativas son muy distintas. El verano es totalmente distinto, las vacaciones de invierno son otra cosa, pero sobre todo los feriados y las navidades me ponen nerviosa y rara.
La maternidad es una idea que me ronda bastante, de hecho, mi obra se trata sobre eso, sobre tener hijos. Obviamente me lo he cuestionado mil veces porque significaría una inversión de tiempo que no estoy dispuesta a hacer, igual soy súper guaguatera con mis sobrinos. La verdad es que no tengo idea si voy a tener hijos. Además, soy súper cabra chica. Mi pololo tiene una hija de cinco años y tenemos una peluquería, entonces yo le compro cosas, es como jugar, como lúdico. Un montón de los dibujos que ella hace después los ocupo para hacer flyers. Nada de esto me produce conflicto y la parte que me producía o que me produce conflicto aún, la escribo.
Acerca de la jubilación, el otro día le dije a mi sobrina "¿Tú me vas a pagar el asilo cuando esté vieja?" y me dice "'Jo, ¡cómo se te ocurre que te voy a llevar a un asilo, yo te voy a cuidar, te voy a tener en una casa bacán!". Yo quedé como “¡Uff!”, pero la verdad es que no pienso mucho en eso. Yo creo que me voy a morir antes. Además, no me voy a retirar, hasta que me muera voy a seguir haciendo las cosas que hago y, según yo, ahí voy a tener un mínimo reconocimiento. No sé, me regalarán del gobierno un millón de pesos para morir en paz.